PANORAMA HUASTECO

 

 

En esta ocasión, recordaremos vivencias de Don Alfonso Espinoza y su perro.

Por  el año 1950 del siglo pasado llegó a radicar a Ciudad Valles, cuando solo estaban medio pavimentadas tres calles  y con baches que siempre nos han distinguido con el mote de “Ciudad Valles, tres calles y un río lleno de ca….da” un personaje  que  radicaba en Tancanhuitz donde era muy apreciado entre las familias  indígenas sobre todo por su altruismo, al grado que llegaron los “mamms” a entregarle el  Bastón de mando  como gobernador. …Cuando cambió su residencia a Valles, lo  siguieron frecuentando por su desempeño como  enlace  con las autoridades   por los  problemas de tenencia de la tierra, problema  que   enfrentan siempre los campesinos que  están en ese régimen  de tenencia de la tierra.

Don Alfonso Espinoza se identificó plenamente con las familias campesinas que lo hicieron compadre  para llevar apadrinar a sus hijos   en eventos religiosos de la iglesia católica, dejó en su tierra de origen cientos de ahijados y compadres.

Cuando cambió su domicilio a Valles, nuestro personaje  estableció su hogar por la calle Escontria casi esquina con Morelos, años después   cambió  a la casa ubicada por la calle Morelos 57 junto al puesto de socorros de la Cruz Roja y sus últimos años a su residencia propia por la calle Guerrero, sitio donde  precisamente tiene  lugar  nuestra narración  del “can que solo ladraba a los honrados” claro que dejo a su consideración la interpretación que tenga  amable lector dar a  este hecho.

Una tarde  – me consta –estaba nuestro personaje sentado en su sillón del  frente a su oficinita por la calle Guerrero esquina con calle Mina,  a su lado estaba un enorme  perro, nada mas de verlo, cualquiera que no fuera de casa  se impresionaba y apenas se acercaba  a la puerta  de acceso al predio.

Llegó una comisión de campesinos con regalos a Don Alfonso,  él salió a recibirlos  con el perro acompañándolo y olfateando a los  recién llegados  pero sin ningún signo de agresión del  animal a los visitantes.

En  otra ocasión (yo frecuentaba mucho a Don Alfonso) él y su amigo  estaba una tarde leyendo un periódico de la capital del estado, apareció por la banqueta un sacerdote  muy estimado  en esos tiempos y detuvo su marcha en la puerta  de acceso al predio…. El perro  reaccionó y fue  hasta el cercado sigilosamente, el sacerdote visitante  le dijo a nuestro personaje “Alfonso tu perro me quiere morder”…..  la respuesta  socarrona  fue y me causó risa  “No  porque solo ladra a los honrados” .

Don Alfonso Espinoza estuvo muy relacionado con los campesinos, su esposa Doña Juanita Arnaud de Espinoza fue por años  directora del hospital regional  cuando aún funcionaba  frente al parque Pípila desde donde  ayudó a familias indigentes  de la Huasteca  que acudían en busca de ayuda.

Sus hijos Paulita, Delia, María Elena y Lupillo,  dejo al último a otro personaje   que  fue muy  conocido y estimado, se trata de Inocente  el popular “Trinquis”  quien trabajó al servicio del  ayuntamiento de Valles  hasta que por motivos de salud se retiró y  tiempo después falleció.

De toda  la familia sobreviven nada más  María Elena “La Nena” y Lupillo un brillante abogado.