Nicho Ramos y su perfecta ejecución del “Sacamandú”

-Feliz Día del Músico

Ciudad Valles.- Hoy queremos felicitar a los músicos en su día, sin embargo en esta ocasión recordaremos a uno de los músicos de calidad y pocos recordados por su falta de interés en los reflectores, es el caso de Don Dionicio Ramos Barragán más conocido como “Nicho Ramos”.

Por su dificultad y por la belleza que resulta de su buena ejecución, El Sacamandú es conocido entre los músicos como “el rey de todos los sones”, y “Nicho” Ramos fue uno de los grandes violinistas de la Huasteca potosina, de los pocos con que vimos ponerse nervioso a Heliodoro Copado.

Su interpretación del violín era siempre arrebatada, propia del huapango potosino, aunque la combinaba con una buena dosis de dulzura en sus complicadas figuraciones melódicas.

“Nicho” se hallaba normalmente en el circuito de las cantinas de Ciudad Valles y murió sin haber logrado el reconocimiento merecido, tanto dentro como fuera de su región.

Lo anteriores textos fueron editados y publicados por medios de comunicación internacionales que en los ochentas realizaron reportajes de los Sones Huastecos.

Por ello, Amanecer Huasteco, hace un justo reconocimiento póstumo a “Don Nicho Ramos Barragán”, un gran artista del violín, reconocido por los propios músicos por su gran capacidad para tocar este instrumento que lo llevó a destacar en los festejos de la milicia de los años 50 en Ciudad Vallés, ser el violista exclusivo de Don Gonzalo N. Santos y muchos políticos de esos años.

Poco hay en la historia de Ciudad Valles registrado pero fue maestro del famoso Negro Marcelino, a quien llevó a conocer la Ciudad de México y dejaron sus talentos registrados en Bellas Artes y en reportajes internacionales de los años 80s.

Así como él, hay artistas de gran talento que se perdieron en la historia y que en esta ocasión recordamos como el caso de Chencho Martínez, José Navarro y muchos otros, donde rascando a la historia comienza a surgir extraordinarias historias de estos “músicos” destacados en aquellos años que hicieron grande a la huasteca al deleitarnos con sus notas musicales.