-Cosecha en crudo, reduciría incendios e incidencia de enfermedades entre cortadores de caña
– Análisis de caña de azúcar, trabajadores, salud y ecosistemas
Ciudad Valles.- Todas las personas hemos sentido algún grado de malestar o incomodidad por el calor durante el ejercicio o el trabajo, y sabemos que las altas temperaturas pueden afectar nuestro rendimiento y salud.
De tener la opción, uno elige hacer ejercicio o trabajar en un día nublado y con brisa, en vez de un día húmedo y sin brisa.
Lo que sabemos casi por instinto está comprobado científicamente: el ser humano llega a su límite fisiológico más rápido cuando la temperatura y la humedad son altas: lo que conocemos como un “Día bochornoso”.
Cuando el calor del medio ambiente más el calor interno generado por el movimiento muscular sobrepasan la capacidad del cuerpo de deshacerse del calor, el cuerpo está en una condición de “Estrés Térmico”, lo cual puede resultar en algún grado de “Fatiga por Calor” cuya severidad es susceptible de variar desde dolor de cabeza y fatiga hasta manifestaciones graves, como un golpe de calor.
Un golpe de calor se caracteriza por el aumento de la temperatura corporal por encima de los 40ºC y en caso de no recibir atención médica, los órganos vitales dejan de funcionar, causando eventualmente la muerte del individuo.
Estas condiciones están asociadas con la ingesta insuficiente de agua, siendo atletas y trabajadores con labores extenuantes al aire libre las poblaciones comúnmente afectadas por el estrés térmico.
En nuestra región las poblaciones más afectadas por el calor son los cortadores de caña de azúcar, quienes trabajan la mayor parte de su jornada en condiciones de estrés térmico, poniendo en riesgo su salud y productividad.
Si bien, actualmente se cuenta con cortadoras automatizadas, aun se realizan cortes manuales con machete, en su mayoría realizados por trabajadores temporales y subcontratados que, generalmente, están en condiciones de alta marginación.
Países Centroamericanos han reportado ante organismos internacionales especialistas en salud la epidemia que sufre su población por la enfermedad llamada Insuficiencia Renal Crónica también conocida como “nefropatía Mesoamericana”, que en otros lugares del mundo es desencadenada por diabetes e hipertensión, parece que en estos países tienen como principal causa ciertas condiciones de trabajo en los cañaverales.
Sus víctimas son hombres entre 20 y 50 años de edad todos cortadores de caña de azúcar, quienes trabajan bajo temperaturas cercanas a los 40ºC y con humedad de hasta 75%.
Estas condiciones ambientales, sumadas a las jornadas largas e intensas, los conduce a estrés por calor, deshidratación y a una reducción de la función del riñón, los cuales lamentablemente acuden a los centros médicos cuando las afectaciones en el riñón solo pueden ser intervenidas con un trasplante de riñón, condicionando de forma negativa su calidad de vida.
Ante esta situación expertos internacionales en salud ocupacional han insistido en que los cortadores deberían, por cada 15 minutos de trabajo, descansar 45, y mantenerse debidamente hidratados consumiendo electrolitos necesarios para las funciones corporales pudiendo así evitarse el estrés térmico y sus consecuencias.
En adición a ello, se han relacionado que el uso de plaguicidas destinados a combatir malezas, insectos, hongos, nematodos y roedores en los campos de caña se relacionan con el padecimiento de la Enfermedad Renal Crónica.
Así también, el uso de estos productos químicos causa un grave daño al medio ambiente, debido a que estos llegan a aguas superficiales y subterráneas afectando la vida acuática y a quienes dependan de esos cuerpos de agua.
Si bien, la industria cañera genera un aporte positivo considerable a la economía de la región, también tiene contraparte. Otro daño ambiental considerable causado por esta industria es la quema de los cañaverales que se realizan horas antes de la cosecha. Generalmente estas quemas se realizan en las épocas de mínimas lluvias o secas donde las condiciones climáticas de calor son extremas.
Estos incendios privan al suelo de enriquecerse naturalmente con los residuos de las cosechas, liberan monóxido de carbono y otros gases contaminantes, liberan partículas finas (tizne) que envenena el aire y las aguas, causando enfermedades respiratorias y de otras índoles en seres humanos expuestos siendo los grupos más vulnerables niños y adultos mayores.
La quema podría evitarse y, de hecho, se evita en muchos lugares; o sea, la caña podría ser cortada sin quemarse, cortada en verde, pero esto eleva el costo de producción.
Se estima que quemándola se incrementa al doble el rendimiento de los cortadores y, de paso se elimina con gran rapidez la maleza y se frenan las plagas, realizando a corto plazo cuantiosos ahorros en mano de obra.
Sin embargo, la condición de este ahorro para los industriales es a costas de la salud de los individuos que laboran directamente en los campos, el medio ambiente, y la población en general que sufre de forma indirecta afectaciones como enfermedades respiratorias, esta condición genera un gran costo económico para los organismos de salud ya que una población en edad laboral enferma conduce a grandes problemas sociales.
Ante esta situación descrita, debe incrementarse la presión para modificar las jornadas y las condiciones de trabajo en los cañaverales en aras de la prevención, debe disminuirse y racionalizarse el uso de plaguicidas cautelando la salud y el ambiente, y debe prohibirse las quemas en bien de las poblaciones humanas vecinas y de ecosistemas.
Fuentes: Incendios Forestales: CONAFOR (Comisión Nacional forestal) 2010.
Histopatología de la enfermedad renal crónica de etiología desconocida en comunidades agrícolas salvadoreñas. López-Marín et al., 2014. Revista MEDICC.