ÉRAMOS MUCHOS Y PARIÓ LA ABUELA

-Hay tantos problemas en el sector cañero, que bien vale la pena no resolverlos  a machetazos.
-Lo que los productores cañeros desean, no coincide con lo que la ley cañera les ofrece. -Estamos frente a un conflicto de intereses entre productores, organizaciones, industriales y el gobierno.

Todos quieren certidumbre en su futuro; quieren estar seguros de que les van a cortar su caña sin que tengan que estar de rodillas pidiéndolo; quieren saber que si hacen más eficiente su campo en fertilización, riego, cultivo, mejores variedades, corte, aprovechamiento de esquilmos y en transporte, habrá quien les compre su caña; quieren tener  asesorías sobre mejores técnicas de producción; quieren tener financiamientos suficientes y oportunos; quieren tener acceso a insumos baratos; quieren tener un futuro que les ofrezca mejores utilidades como premio a su esfuerzo; quieren  tener  una organización que los haga ser exitosos ante la situación mundial en que –queramos o no– estamos inmersos y en la cual tenemos que vivir; quieren estar presentes en forma competitiva, para poder lograr que sus hijos y nietos por esa vía puedan satisfacer sus necesidades económicas, sociales, etc.

Pero por lo que está sucediendo, las organizaciones no tienen esa misma visión, y esto es fácil de demostrarlo ya que en pleno 2005 el tema prioritario para ellos es el conseguir votos para su partido, y ofrecen y logran legislar vía sus diputados una ley cañera, que les garantiza un precio para la caña de azúcar; además les reconoce la forma de organizarse y con eso les da el soporte legal para continuar con el control de los productores. De seguir con este objetivo, sin que  haya un replanteamiento serio y responsable en el costo de la caña de azúcar, en el costo del proceso industrial, en la organización y en la diversificación, lo que van a lograr muy pronto es situarse en serios problemas ya que será difícil contener las importaciones y contrabando de azúcar.

Tal parece que el tema fuerte para las organizaciones es seguir teniendo el control de los productores en lo político y en lo económico. El tema débil para ellos es no entender que la organización tiene la gran responsabilidad de adecuarse como tal, primero reconociendo que el número de agremiados –casi 170,000 productores– merece que se organicen de una manera más profesional, orientada al control y a los resultados, que se definan, para el sector y para cada uno de los departamentos o divisiones en que debe de estructurarse la organización, los cuales se antoja deberían de ser: la división de producción, la de tecnologías, de mercadeo, de financiamiento, de abastecimientos, de relaciones intergremiales y con los industriales y con el gobierno. Además, entender que la organización deberá de regionalizarse, pues cada estado en donde se encuentre debe de tener un proyecto y objetivos muy particulares, siempre vinculados con el gobernador del estado donde vayan a operar.

 Si esto se admitiera por los dirigentes de las organizaciones se verían acciones que empatarían con lo que precisamente desea la base productiva, pero que no se atreven a plantear por la falta de democracia y porque, para los líderes, su forma de controlar a los que en algo se oponen, es afectándolos con no cortarles su caña o tantas cosas que al final se ven obligados a aceptar las decisiones y las liquidaciones que se les entreguen.

Nunca será lo mismo el ser líder de un sindicato que defiende a los obreros y en donde la empresa es la responsable desde producir hasta cobrar, y en donde podrá exigir el sindicato que se cumplan los derechos de los trabajadores apoyados en la ley laboral, a una organización de productores de materia prima, que pretende que la empresa y el gobierno  hagan todo lo que sea necesario para que esos productores,  puedan tener un precio que para ellos es justo, pero que no lo es para el industrial porque no podrá vender su azúcar en un mercado en donde habrá comerciantes que importen azúcar que puedan vender mas barata que la que ellos producen.

 

Imagínese por un momento que esa actitud de querer tener una ley que proteja los precios sea también exigida por los productores de zapatos, de la carne, de la leche, de los automóviles, de las llantas, del cemento, de los vestidos, del jitomate. Sin duda seria un  gobierno anacrónico que no deja que los mercados se ajusten de acuerdo a la oferta y la demanda. O bien, imagínese que los productores de huitlacoche y flor de calabaza se organizan, hacen manifestaciones y plantones en las secretarías, bloquean carreteras y, con ayuda de líderes que también son diputados, exijan que se genere un decreto o una ley que establezca que se dirigirá a estas organizaciones el 50% del precio de la quesadilla estándar vendida en los mercados y restaurantes de la Ciudad de México.

Sin embargo, sí estoy de acuerdo en que se requiere la presencia del estado para propiciar condiciones de modo tal que los productores accedan a precios competitivos en los insumos que requieren para producir, que se le agregue valor a los productos, que se produzcan aquí en el país y puedan venderse a precios internacionales. Pero ahí anda muy despreocupado nuestro gobierno, a pesar de que es ‘empresario’ en el caso de los ingenios.
Si admitimos y reconocemos que los productores cañeros son empresas que producen y venden su producto que es la caña de azúcar, y si aceptamos que  la tarea de toda empresa que quiera definir lo que va a producir, es conocer los mercados, tenemos que considerar como básico el que la organización tenga un área muy fuerte de mercadeo.

Pero qué acciones se lograrían, si admitimos que hubiera un vicepresidente [¿’vicepresidente’ o división?] de mercadeo en la organización. Sería esta división la que hiciera la definición de todos los productos  que requieren los mercados, de las dimensiones de los mercados, del precio en el mercado para cada producto. Esto provocaría que se decidiera para cada caso la mezcla de producción a obtenerse y una vez definido todo esto, serán las divisiones de ingeniería las que identificaran las tecnologías más adecuadas en cuanto a rentabilidad financiera y a protección ambiental.   

 De la misma manera si admitimos que hubiera un vicepresidente de producción, con una estructura que alcance hasta el ingenio, que definiera: planes, métodos de producción a seguir, metas, objetivos, estrategias, presupuestos, controles, y que lograra hacer sinergia con todos los productores para privilegiar la productividad, para reducir costos, y, sobretodo, tomando en cuenta la diversidad de suelos y tamaño de predio que caracteriza a los agremiados. Esta misma división debiera de lograr la capacitación de sus agremiados en los procesos a seguir en diferentes fases de la producción. Por ejemplo, cuáles deben de ser los fertilizantes a aplicar; cómo realizar las cosechas por áreas donde ésta se pueda optimizar; cómo aprovechar no sólo la caña sino también el cogollo y forraje que se obtiene de la caña de azúcar; cómo lograr que la sinergia –producto de  la organización– permita usar los mismos equipos de  labranza en lugar de que cada quien invierta capital en equipos que tendrían un grado de utilización anual muy bajo.

 La misma división debiera de aprovechar esa sinergia para darse cuenta que las cantidades de fertilizante necesarias son enormes y que además, derivado de la caña de azúcar, se pueden tener estos fertilizantes que se autoproducirían y venderían. No veo por qué no puedan hasta pensar en sus propias empresas que les fabriquen sus equipos para trabajar la tierra, estandarizar las marcas de tractores a utilizarse y que, al hacerlo, se vieran beneficiados en comprar refacciones y tractores a precios de distribuidor. Hay muy buena maquinaria australiana y brasileña, que algún día ellos decidieron empezar a fabricar. También se podrían producir herbicidas para el sector y otras tantas cosas. Pero todo esto haciéndolo porque quieren reducir costos, ganar dinero y no ser dependientes; inclusive poner un pie en los mercados extranjeros con sus productos, actitud muy propia de quien se posiciona como lo que es un productor, un empresario, no un manipulado por una organización que tiene objetivos muy diferentes.

 México, en pleno 2005, ha convenido firmar muchos tratados comerciales con gran número de países, eso nos ha abierto la oportunidad para no nada más satisfacer nuestro mercado nacional, sino también para vender en buen número de países de América, Europa y en los países Orientales. Debemos de reconocer que ha sido muy dinámico nuestro país en lograr estas aperturas, pero también lo criticable es que hoy el país no ha podido adecuar las fuerzas productivas de México a que estén presentes ofertando todos los productos que el país puede y debe de exportar.

No debe de desconocerse el que los tratados son bilaterales, lo cual significa que así como existe la posibilidad de exportar, también se abren las puertas a las importaciones en nuestro país, que tiene un mercado de más de 100 millones de habitantes, y es precisamente esta situación la que pondrá en jaque al sector cañero mexicano.  

 El sector cañero tiene preocupantes antecedentes, los cuales deben ser considerados si se llega a tener la intención de encontrar una solución que contemple la adecuación de la agroindustria al mundo globalizado, definiendo la tan necesaria diversificación y partiendo de la premisa que la caña de azúcar es un energético.

 Los preocupantes antecedentes que a la fecha no pueden erradicarse para lograr lo anterior son: las crisis recurrentes, mismas que tienen orígenes políticos, con el consentimiento de la situación por parte de los productores de los industriales y de las autoridades; altos costos del combustóleo; precio de insumos elevados; altos costos de cosecha; desaprovechamiento de cogollo y puntas de caña que, además, al quemarlos provocan serios problemas ambientales; altos costos de transporte de la caña al ingenio; cañas quedadas; cañas de los privilegiados que se cortan sin contrato; ausencia de democracia en la organización; serios problemas de contaminación de los ríos; quiebras; serios problemas financieros; rescates financieros que paga el pueblo de México; gremios que no se han adecuado a la situación que demanda la globalización; alto nivel de corrupción; plantación deficiente; descapitalización; carencia de acciones mantenimiento y/o mejoramiento en los ingenios; gobiernos corruptos, paternalistas y ahora, el gobierno es empresario; precio elevado de la caña como materia prima; altos subsidios del pueblo de México hacia el sector vía el precio de la azúcar –aproximadamente 20,000 millones de pesos por año (esto es considerando el precio de anaquel contra el precio internacional de la azúcar); competencia internacional muy eficiente y con un aprovechamiento integral de toda la cadena productiva; competencia desleal vía contrabando de azúcar; precio internacional del azúcar a la mitad de precio del azúcar nacional; posibilidad de que los mercados nacionales sean abastecidos del exterior con mejores precios; empresarios desmotivados y presionados por la fuerza política de las organizaciones y la forma de cómo en México se resuelven los problemas cuando se negocia con la fuerza de los machetes; empresarios favorecidos por gobiernos anteriores que absorbieron y desviaron fuertes cantidades de subsidios sin mejorar la situación de los ingenios; la competencia de la fructuosa contra el azúcar; el desaprovechamiento del bagazo de la caña y las mieles como materia prima para hacer subproductos o la utilización del bagazo como combustible, etc, etc.

 Desde 1975, en Brasil se decidió –mediante un decreto– implementar un programa para producir etanol a partir de la caña de azúcar, se le llamó ‘Proalcohol’. En este programa se buscó reducir las importaciones de crudo después de las crisis petroleras y resolver la fluctuación de precios en los precios del azúcar en el mercado internacional.

 Al etanol se le usa como oxigenante de la gasolina, se crea una mezcla de 20% que se conoce como ‘gasohol’ y ya en el año 2000 se decretó la obligatoriedad de utilizarlo en la gasolina. Además, el uso de etanol reduce la contaminación, su consumo es menos dañino para la salud humana y casi no genera emisiones de gases con efecto invernadero.

 Mundialmente, esta decisión ha ido creciendo y ha sido debido a las acciones que han implementado diversos gobiernos. Básicamente, estas acciones: SON
-Involucrar a las empresas petroleras nacionales para comprar cantidades fijas de etanol.
-Incentivar a los productores del campo y ofrecerles créditos baratos para que produzcan etanol.
-Establecer un precio para el etanol con referencia a precios de las gasolinas.
-Coordinación entre los poderes legislativo y ejecutivo para el establecimiento de políticas promotoras de la conversión de la industria.

Es muy importante destacar que a la fecha ya no hay subsidios en Brasil para la producción de etanol, y esto fue posible por las políticas favorables al uso del etanol. En los primeros 14 años se invirtieron 5,000 millones de dólares; esta inversión se compensó con el ahorro de importaciones de crudo, que correspondió aproximadamente a 43,000 millones de dólares. Cabe destacar que todo esto se hizo en 20 años y, más aún, la producción de etanol generó 700,000 empleos.

 
Todo lo anterior nos debería de llevar a focalizar la definición de cómo potenciar al sector cañero. Esta definición deberá incluir el cómo aprovechar las grandes cantidades de desperdicio que no deberíamos de tener. El volumen de subproductos del sector está constituido por miles de toneladas de bagazo, de melaza, de cachaza y, sobretodo, de residuos agrícolas. Estos subproductos deberían de ser la materia prima para producir una gran variedad de productos energéticos e industriales de gran importancia para el desarrollo económico regional y del país en general.
 
Es evidente que aun no aprovechamos esos subproductos y ya no podemos seguir desperdiciándolos, pues existe la factibilidad técnico-económica para aprovecharlos y ésta resulta prometedora desde una perspectiva empresarial. Podemos encontrar numerosos ejemplos. El bagazo se utiliza como combustible en calderas, pero sin ningún esquema de eficiencia energética; no se le aprovecha en cogeneración de energía eléctrica, ni suficientemente en la producción de pulpa, o en etanol, etileno, tableros, furfural, plaguicidas, resinas de fundición, bagazo hidrolizado, alimento animal y otros. La melaza debería de asignarse a la elaboración de productos con niveles de rentabilidad muy atractivos, como la lisina, enzimas, vitaminas, butanol y acetona, levadura torula, levadura saccharomyces, antibióticos, ácido acético y ácido cítrico. Incluso el azúcar tiene posibilidades para ser utilizada en producción de plásticos, detergentes, sorbitol, poliuretanos, dextrana clínica, goma xantana, antiespumantes, y muchos más. Del mismo modo, la cachaza tiene posibilidades para hacer fertilizantes, alimento animal, cera cruda, resinas, aceites y otros insumos. Por último, las hojas y cogollo se pueden utilizar para hacer hongos comestibles, combustible directo, forrajes, biogás, sacarina, furfural y derivados, gas de síntesis, entre otros usos.

El sector ganadero potencialmente es un gran cliente para los cañeros, inclusive debería de haber intensos planes nacionales para sustituir la importación de granos que utilizan los engordadores de ganado usando proteínas, levaduras y demás productos que pueden ser abastecidos por el sector cañero.

 
Con respecto a las tecnologías que se requieren, ya están disponibles en forma abundante en diversos países, donde desde hace varias décadas decidieron tener esta visión de desarrollo en el sector de energéticos. En nuestro país, algo muy frustrante e incongruente es que nuestros grandes centros de investigación –como la UNAM, Chapingo, Colegio de Postgraduados, entre otros– han planteado desde hace muchos años el aprovechamiento integral de la caña de azúcar, sin ser debidamente escuchados por las autoridades, por los líderes gremiales, por los industriales y por el congreso.
Hoy se sabe que se pueden hacer alrededor de 150 productos a partir de los subproductos de la caña y, al mismo tiempo, se sabe que la estabilidad de la agroindustria depende en gran medida del mercado mundial de un sólo producto, el azúcar. Cuando el principal producto de una industria se caracteriza por tener excedentes mundiales, ésta se convierte en vulnerable.
Promover esta diversificación del sector cañero para el país, es impulsar el desarrollo económico y tecnológico de cada Estado y de  cada municipio involucrado y es una de las estrategias que yo recomiendo para garantizar la permanencia de esta actividad.
La Secretaría de Economía ha mostrado alta preocupación por los empresarios que utilizan azúcar como materia prima, como los dulceros, los fabricantes de caramelo, los chocolateros y los maquiladores que han abandonado el país por los altos costos de la materia prima y a quienes se les prohíbe importar azúcar. Hay ya en el país altos volúmenes de dulces, caramelos y chocolates provenientes de países extranjeros que ofertan estos productos a la mitad de los precios nacionales.
El sector cañero tiene una enorme importancia para el pueblo de México, pues el azúcar está entre los cuatro productos más importantes de la dieta de la población, ya que se tiene un consumo anual per cápita de 50 kilogramos; la agroindustria azucarera genera 440 mil empleos y de ella viven directa e indirectamente 12 millones de personas.
 
La situación previamente descrita pone de manifiesto la falta de coordinación entre dos de las más importantes secretarías del ejecutivo federal, la de Economía y la SAGARPA; la primera que quiere azúcar barata para sus maquiladoras y los industriales  mexicanos, y la otra –ahora también empresaria– que ni siquiera ha abierto negociaciones con el Secretario de Economía para ver cómo le va a producir y ofertar azúcar a precios internacionales. De lo anterior se aprecia que estos secretarios también están fuera de foco en el gran problema de la caña de azúcar, pero también de los industriales del dulce.
Ya hemos visto el espectáculo que ha originado esta problemática, en donde desde la cámara de diputados se preparó el dictamen de la ley cañera, una ley a todas luces inconstitucional y que además así lo reconocieron diputados, senadores y lideres que firmaron los acuerdos, al aceptar hacer los cambios acordados. Es una ley, desde luego, impulsada por un gran número de diputados que provienen del sector campesino, mismos que consiguieron el que se aprobara, con el descontento y desaprobación de los industriales. Usando el mismo mayoriteo en el senado, ésta se aprobó con algunos cambios, que fueron nuevamente aprobados en la cámara de diputados.

La gran realidad es que ni la SAGARPA, como autoridad y como empresaria, ni los dueños de los ingenios, quedaron satisfechos pero sí muy preocupados por el contenido de la ley cañera, ya que con esta ley no hay garantía de que los ingenios sobrevivan.
       Nuevamente estamos cerca de otro de los rescates recurrentes en nuestra economía debido a que el sector ha producido de más, aproximadamente 800,000 toneladas de azúcar, que irán directamente a inventarios, que distorsionarán el precio nacional del azúcar y que además descapitalizarán a los empresarios azucareros.
Hoy nuevamente la preocupación debería de ser el plantear la modernización del sector, pero por las condiciones políticas que existen en el país ni las autoridades, ni el congreso, ni los industriales, ni los productores, tienen la menor intención de hacer este planteamiento a fondo; el nombre del juego es ‘sigamos obteniendo votos del sector no importa las consecuencias’.

 
JOSE MARIA DE LA VEGA LARRAGA
DIPUTADO FEDERAL DE LA  LIX LEGISLATURA