La doctora Leticia Guadalupe Yáñez Estrada, jefa del Laboratorio de Género, Salud y Ambiente de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) destacó, desde la perspectiva académica, la necesidad de regular y vigilar estrictamente la producción y distribución del fentanilo; si bien su uso médico es esencial para el tratamiento de pacientes con dolores severos, su disponibilidad sin control representa una amenaza considerable.
“Es necesario estar informados y atentos, porque el fentanilo no sólo es un analgésico potente; también tiene un rostro mortal cuando se usa fuera de la medicina. Fármacos como este, deben estar bajo regulación estricta para evitar que terminen en el mercado negro, donde su consumo ya ha provocado un alarmante número de muertes”, enfatizó.
La especialista explicó el fentanilo pertenece al grupo de los opiáceos, pero, a diferencia de otros como la morfina o la heroína que derivan de la planta de la amapola, es un compuesto sintético que se produce en laboratorios.
“Originalmente, se sintetizó con la finalidad de mitigar el dolor intenso en casos específicos, como cirugías o pacientes con cáncer terminal, debido a su alta potencia”, explicó la doctora, y aseguró que es entre 50 y 100 veces más potente que la morfina.
A pesar de sus beneficios en el campo médico, su estructura química también genera otros efectos en el organismo. Al llegar al cerebro, bloquea los receptores responsables de la percepción del dolor, pero también activa otros que regulan la euforia y el bienestar.
“El problema surge porque, al provocar una sensación de placer y bienestar, las personas pueden engancharse fácilmente al consumo de esta sustancia”, advirtió la doctora Yáñez Estrada. Quienes la consumen de manera recreativa aumentan progresivamente las dosis en busca de esos efectos, lo que incrementa los riesgos de intoxicación y adicción.
El abuso de este opioide sintético puede generar graves consecuencias para el organismo, como falta de oxigenación, somnolencia, dilatación de pupilas y, finalmente, paro respiratorio. “Por eso se identifica rápidamente a las personas adictas al fentanilo: tienen una coloración azulada en la piel debido a la falta de oxígeno”, explicó la especialista.
Otro problema alarmante es la producción ilícita de esta droga, que resulta accesible debido al bajo costo de sus precursores químicos. “Se puede sintetizar en laboratorios clandestinos, donde su pureza es cuestionable. Incluso, en muchos casos, a las tabletas se les agrega heroína para aumentar su potencia”, alertó la doctora Yáñez Estrada.
Advirtió que recientemente ha aparecido en el mercado una versión conocida como “fentanilo arcoíris”, que se presenta en pastillas de colores distintos al tradicional azul para camuflar su origen.Finalmente, la especialista hizo un llamado a las familias y a los jóvenes para que tomen conciencia sobre los riesgos del consumo de esta droga, por lo que subrayó la importancia de identificar las señales de alerta y prevenir el acceso a esta sustancia.